Carta de la Internacional Comunista al Partido Comunista de España

Antecedentes Documentales
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( A los miembros del P. C. E. - Enero 1932)

 

CAMARADAS :

El IV Congreso del Partido Comunista de España se reúne en un momento en que en el mundo entero las contradicciones’ de clase y la lucha de clases adquieren una extrema agudeza y en que el desenvolvimiento de la crisis revolucionaria en España misma llega a un viraje.

Lo mas característico de la situación internacional en el periodo actual es-el contraste! abierto entre dos mundos: el mundo de la edificación socialista en el país de la revolución proletaria victoriosa, y el mundo capitalista, que se debate en la más profunda crisis económica y condena a decenas de millones de proletarios y campesinos pobres a inusitadas privaciones y sufrimientos. En todos los países capitalistas, la lucha entre la burguesía y la clase obrera se acentúa sin cesar, la actividad revolucionaria de la clase obrera crece constantemente. La burguesía quiere aportar a la crisis una solución capitalista mediante la reducción general del nivel de vida y el reforzamiento de la explotación de la clase obrera, mediante la represión y el asesinato, mediante el empleo de métodos fascistas de violencia directa.. Por otra parte, ante los obreros se plantea cada vez mas imperiosamente el problema de la necesidad de la solución revolucionaria de la crisis, es decir, de su solución por el derrocamiento de la dominación capitalista. Los antagonismos entre los imperialismos se han agravado y siguen agravándose. Asistimos a una rivalidad frenética entre los grandes países imperialistas por la subordinación económica y política de los países débiles, por un nuevo reparto de las colonias y semi-colonias, por el . reparto de la China, por un nuevo reparto del mundo entero. La guerra aduanera entre los países capitalistas se ha acentuado grandemente, y a consecuencia de estas contradicciones el peligro de nuevas guerras se hace cada vez más amenazador. Ahora ya, el imperialismo japonés, con la ayuda particularmente activa de los imperialistas franceses y el apoyo de la Sociedad de Naciones, hace la guerra por el reparto de la China. La amenaza de guerra por parte de los países imperialistas, y en primer lugar del imperialismo francés, contra la Unión Soviética es cada día mas evidente;

En esta situación internacional continua desarrollándose en España la crisis revolucionaria que comenzó al iniciarse la crisis económica mundial, y que estaba preparada por el conjunto de las condiciones económicas, políticas y sociales del país: la presencia de formidables supervivencias feudales (predominio de los latifundios de carácter semifeudal y supervivencia de formas de explotación medievales: foros, rabassa morta, etc., los campesinos pauperizados aún, semi-siervos; el poder formidable de la Iglesia, dueña de casi un tercio de la riqueza nacional; el papel considerable de la casta de los oficiales y del caciquismo, etc.); el rápido crecimiento del capital financiero, que se ha adueñado de ramas esenciales de la economía del país; la presencia de un numeroso proletariado industrial y agrícola sometido a una feroz explotación por el capital financiero y los propietarios fundianos; la opresión nacional de Cataluña, Vizcaya, Galicia y Marruecos. Sobre esta base se han desarrollado en España, país económicamente atrasado, contradicciones y conflictos de clase de gran envergadura. La crisis económica mundial ha llevado sus contradicciones al extremo y acelerado el desencadenamiento de la crisis revolucionaria. Han sobrevenido, la revolución de abril, el derrocamiento de la monarquía, la proclamación de la Republica.

El proletariado de España, principal fuerza motriz de la revolución, ha dado pruebas de una formidable energía revolucionaria; con sus huelgas en, el curso del año 1930 debilito al viejo régimen, provoco el despertar político de la pequeña burguesía y del movimiento de emancipación de las nacionalidades, preparando de tal manera el camino para la revolución de abril. Pero como se .hallaba bajo el influjo político e ideológico de los socialistas y anarcosindicalistas, el proletariado no supo desempeñar su papel de guía a la revolución democrático burguesa y arrastrar en pos de si a los campesinos, que constituyen la segunda fuerza motriz de la revolución española después del proletariado. De este modo, la burguesía formando un bloque con los terratenientes y bajo la egida suprema del capital financiero, con la participación activa de los socialistas y la colaboración de los anarcosindicalistas, logro adueñarse del poder. De hecho, el bloque burgués-agrario no ha resuelto ninguna de las tareas fundamentales de la revolución democrático burguesa. La cuestión agraria no ha sido resuelta. El tímido proyecto, de ley que tendía a una reforma agraria restringida ha sido rechazado por las Constituyentes. El ministro de Justicia ha sido encargado de elaborar un nuevo proyecto de reforma agraria, gracias al cual los propios terratenientes fijaran la cantidad de tierra que quieren enajenar y su precio. Además, la aplicación de la reforma estará condicionada por el estado de las finanzas gubernamentales y estará subordinada a un gran número de reservas restrictivas. A la par que se separa oficialmente la Iglesia del Estado, se deja intacta la formidable potencia económica de la Iglesia, y, por consiguiente, su influencia política. El viejo aparato burocrático del Estado y el caciquismo, sistema semifeudal de expoliación, permanecen intactos. La Guardia civil, una de las fuerzas armadas de la contrarrevolución, es reforzada. En lugar de las libertades democráticas, el bloque burgués-agrario acoge a los trabajadores con balas y cárceles.

El carácter político y de clase del desarrollo de la crisis revolucionaria en España en el periodo que siguió a la caída de la monarquía y a la proclamación de la Republica, está determinado de un modo general por los siguientes elementos:

I- La crisis económica (y agraria) se hace cada mes más aguda, más amplia y profunda. No solo no ha mejorado las condiciones de vida del proletariado y los campesinos del bloque burgués-agrario, sino que hasta el aumento de salarios que las masas obreras habían arrancado a la burguesía después del 14 de abril mediante huelgas de masas ha sido posteriormente reducido a la nada por la depreciación de la peseta, el encarecimiento de la vida, etc. El paro se incrementa sin cesar. En las ciudades y en los pueblos, el numero de parados completos pasa de los 800.000; los restantes obreros trabajan de uno a tres días por semana o de cuatro a cinco horas por día. Los parados carecen casi totalmente de ayuda, no existen seguros contra el paro por parte del Estado. El paro hiere aun mas rudamente al proletariado agrícola, a consecuencia de la cesación de las faenas de temporada y del considerable desenvolvimiento de la crisis agraria.

II- El empobrecimiento de las grandes masas campesinas se efectúa con un ritmo acelerado. El hambre reina entre las masas en los pueblos, sobre todo entre los obreros agrícolas y los campesinos pobres. El bloque republicano de la burguesía y los grandes terratenientes, después de haberse adueñado del poder, conserva y protege los vestigios sociales y económicos del feudalismo, los privilegios de los terratenientes y del capital financiero, y, con un sojuzgamiento creciente del país por el capital extranjero, sobre todo francés, la crisis económica y sus consecuencias sociales y políticas se complican y agravan.

III- El Gobierno republicano-socialista, todos los partidos republicanos y las Cortes Constituyentes han puesto de relieve claramente su. naturaleza de clase burguesa y contrarrevolucionaria. El papel director en la política de este bloque republicano-socialista pertenece a la gran burguesía financiera e industrial y a los grandes terratenientes ligados a. ella. La reagrupación de las clases y los partidos, que comenzó cuando las jornadas de abril, ha adquirido contornos ya bien precisos. Nos hallamos enfrente de una nueva disposición de las fuerzas de clase y de los partido si. El papel dirigente está jugado, en el campo de la contrarrevolución, por la gran burguesía republicana, apoyada por las fuerzas de la contrarrevolución monárquica los terratenientes, la Iglesia, el cuerpo de oficiales, etc., que somete a la pequeña burguesía urbana y a sus partidos, los partidos burgueses y pequeño burgueses de los nacionalistas catalanes, etc. El campo de la revolución está constituido por el proletariado y los campesinos. La decepción aumenta sin cesar entre los obreros y campesinos laboriosos con respecto a los partidos republicanos. Las ilusiones democráticas se disipan rápidamente.

IV- En el bloque contrarrevolucionario, el partido socialista ha jugado y juega todavía el' principal papel de engañador de las masas. El partido socialista es el campeón de la reacción en la ofensiva de la contrarrevolución burguesa y agraria contra la clase obrera y las masas laboriosas. Precisamente el ministro socialista Largo Caballero elaboro y presento a las Cortes el proyecto de ley de Defensa de la Republica, prohibiendo las huelgas sin el permiso del Gobierno. La burguesía y los jefes socialistas ponen en práctica la provocación de conflictos sangrientos entre los diversos grupos de obreros y fomentan entre ellos los métodos del pistolerismo a fin de destruir y debilitar al proletariado frente a la contrarrevolución unida de la burguesía y los terratenientes. Ellos mismos han organizado y organizan los rompehuelgas en favor de la patronal.

Ellos mismos declaran que solo su presencia en el Gobierno podrá impedir el ulterior desarrollo de la revolución “violenta”. Este papel de los socialistas dista mucho de haber sido desenmascarado ante las masas, y los socialistas logran todavía, en ciertos lugares, conquistar nuevas posiciones. Los socialistas se aprovechan hábilmente para sus fines contrarrevolucionarios de que los obreros están decepcionados de la táctica aventurera de los jefes proletarios anarcosindicalistas, que han traicionado de continuo la lucha revolucionaria del proletariado. Por otra parte, los jefes anarcosindicalistas se aproximan cada vez más a la socialdemocracia gubernamental, sosteniendo a esta desde el exterior, saboteando las huelgas de acuerdo con ella.

V- En el campo de la revolución se ha producido y se sigue produciendo una sensible reagrupación de fuerzas. Al lado del proletariado urbano y campesino (obreros agrícolas), que es la única fuerza revolucionaria consecuente, y bajo su dirección política, los campesinos, sobre todo sus capas más pobres, han comenzado la lucha revolucionaria. El movimiento espontaneo de huelgas y manifestaciones del proletariado urbano y campesino sigue creciendo, a pesar de algunas depresiones momentáneas, empujándolo por la vía de la revolución agraria. Las perspectivas inmediatas se perfilan bastante claramente. Ellas aportaran, no la “ paz social”, no un “ equilibrio” político estable, sino encarnizadas batallas de dase, nuevas explosiones de tormentas revolucionarias.

La revolución democrático-burguesa de España no ha terminado. Sus objetivos esenciales:

- Abolición de las supervivencias feudales, solución revolucionaria de la cuestión agraria,

- Destrucción del poderío económico y político de la Iglesia y del clero.

- Abolición de la opresión nacional.

- Mejoramiento radical de la suerte de la clase obrera y de las grandes masas trabajadoras, no han sido aun terminados.

Pero estas tareas antiguas tendrá que resolverlas el proletariado en una situación distinta de la precedente, ante una nueva distribución de las fuerzas de clase y de los partidos políticos ante, una diferenciación de clase más justa en el campo de la revolución y en el de la contrarrevolución. El hecho de que la burguesía y sus partidos, incluso el partido socialista, se desenmascaren de hecho como fuerzas contrarrevolucionarias, ayudara al proletariado a convertirse en el guía de la revolución burguesa democrática, a arrastrar en pos de si a los campesinos, a desarrollar la revolución democrática hasta su completa victoria y a crear así las condiciones para su rápida transformación en revolución socialista.

La condición indispensable de la terminación de la revolución democrático burguesa y de su transformación en una revolución proletaria, es la existencia de un Partido Comunista de masa, plenamente consciente de los problemas fundamentales de la revolución y que sepa organizar al proletariado y hacerlo capaz de realizar su hegemonía en la revolución.

Cuanto más el proletariado, dirigido por el Partido Comunista y en alianza estrecha con el campesino, bajo la dictadura democrática revolucionaria del proletariado, se consagre, de una manera consecuente y enérgica, a la liquidación radical de todas las supervivencias del feudalismo, a la aplicación de la revolución agraria; a la lucha por la extensión de los cuadros de la revolución democrático burguesa, al refuerzo de las posiciones del proletariado y de las masas trabajadoras, a la creación de amplias organizaciones de masa, más rápidamente llegara a aliarse con las masas campesinas pobres y medias en la lucha contra las capas explotadoras ricas del campesinado, y mejor se aseguraran las fuertes garantías para una transformación rápida de 1a revolución democrático-burguesa en una revolución proletaria socialista.

La principal tarea del Partido Comunista reside en la dirección política y de organización del proletariado, pues solo bajo la dirección del Partido Comunista puede este último, que ha dado y da siempre pruebas de la mayor audacia revolucionaria y de la mayor voluntad de lucha, conquistar, y conquistara y se asegurara la dirección de la lucha revolucionaria de las masas, y llevar esta lucha hasta el fin, hasta la victoria.

La principal tarea inmediata que incumbe al Partido Comunista consiste en preparar, organizar y dirigir las luchas revolucionarias de masa del proletariado, en desencadenar y dirigir la revolución agraria. Esto exige el fortalecimiento orgánico del Partido Comunista y de las organizaciones revolucionarias de clase del proletariado. La vía concreta que conduce a la realización de estas tareas es. la lucha huelguista, el movimiento de parados, las manifestaciones contra la ofensiva patronal por la rebaja de salarios, la lucha por la elevación de los salarios, por el seguro social contra el paro a costa del Estado y de los patronos, .contra el decreto reaccionario y fascista de “ defensa de la Republica” , es decir, de destrucción de los derechos más elementales de los obreros: derechos de coalición, de reunión, de huelga, contra los fusilamientos, la persecución y el encarcelamiento de los obreros huelguistas, de los Comités de huelga, de los militantes sindicales, por su liberación inmediata.

Al mismo tiempo, hay que organizar enérgicamente la lucha de los campesinos' contra la ofensiva de los grandes terratenientes, elevando esta lucha de su forma de conflictos parciales y aislados hasta el nivel de la revolución agraria de masas. El Partido no puede, por lo demás resolver esta tarea más que a condición de saber, en su trabajo en el campo, organizar y dirigir la lucha de los obreros agrícolas y campesinos pobres.

El Partido no podrá cumplir este cometido más que si el Congreso de Partido es un Congreso de organización del Partido, el Congreso de su transformación en un verdadero partido bolchevique de masas.

El Partido Comunista de España ha registrado indiscutiblemente ciertos éxitos políticos y de organización. En el curso de un año, el numero de sus afiliados ha pasado de 1.500 a casi 10,000 Además, cientos y miles de obreros revolucionarios, de los mas abnegados, llaman a las puertas del Partido con la esperanza de ser admitidos en el. Hay que abrir de par en par las puertas del Partido para estos obreros revolucionarios. Algunas organizaciones regionales del Partido han dado pruebas de una gran actividad, durante las luchas en curso y hacen grandes esfuerzos por reorganizar su trabajo y mejorar la composición de sus Comités,

El Partido ha podido editar algunos semanarios regionales y ha logrado recientemente transformar en cotidiano su órgano central, Mundo Obrero. La Prensa comunista, a pesar de sus defectos, tira a veces más de cien mil ejemplares, lo que constituye un éxito indiscutible,. en las circunstancias de España, Mundo Obrero es el mejor ejemplo de la influencia creciente de la Prensa comunista. Su llamamiento a los obreros para que le prestasen una ayuda material ha encontrado una gran acogida en las filas del proletariado, que, en pocos días ha recogido 18.000 pesetas para su periódico obrero. Las Juventudes comunistas de España, que trabajan bajo la dirección del Partido Comunista, han visto pasar sus efectivos en un año de 400 a 4.000 afiliados. El Partido, o más exactamente sus adherentes, han participado activamente en cierto número de huelgas y desempeñado un papel director en algunas huelgas generales de carácter político. El Partido ha dado pruebas de una actividad relativamente grande en la organización de los parados y la dirección de sus luchas. La mayoría de los comunistas, tomados individualmente, se han mostrado como revolucionarios abnegados, no manifestando la menor vacilación ante las represiones policiacas. La influencia del Partido indiscutiblemente se ha acrecentado y sigue creciendo.

Sin embargo, para juzgar acertadamente el progreso de la influencia política y el crecimiento interno del Partido, hay que examinarlos en relación estrecha con la marcha de los acontecimientos que se han desarrollado y se desarrollan en España. En un periodo sin precedentes por la efervescencia de las masas y la envergadura de la lucha, cuando cientos de miles de proletarios se muestran dispuestos a batirse hasta el fin, los 10.000 afiliados con que cuenca nuestro Partido representan una gota de agua en un mar enfurecido, 1930 y 1931 han sido años de crisis revolucionaria, de luchas de masas del proletariado sin precedente en la historia de España; años en que todas las clases y todas las capas sociales, todos los partidos y todos los grupos han entrado activamente en la arena política.

Por consiguiente, han sido anos en que se daban todas las condiciones objetivas y un estado de espíritu de las masas favorable, circunstancias que debían permitir al Partido Comunista conquistar una influencia decisiva y posiciones de organización inquebrantables, no solo entre los obreros de las ciudades, sino también entre el proletariado rural y los campesinos.

El Partido no ha conseguido esto. Los comunistas españoles deben, como conviene a verdaderos revolucionarios proletarios, aclarar y seguir revelando ulteriormente las causas del retraso del Partido y los errores cometidos, así como tomar medidas enérgicas para poner remedio todo lo mas rápida y completamente posible. Hay que asimilar y utilizar cuidadosamente la rica experiencia de la lucha revolucionaria de clases y de la lucha, indisolublemente ligada con ella, del Partido Comunista y sus organizaciones.

La causa principal de las faltas del Partido, de la incomprensión del carácter de la revolución, de la incomprensión del papel y de las tareas del proletariado en tanto que dirigente supremo durante la revolución democrático-burguesa, de la incomprensión del papel del Partido Comunista, de la incapacidad de lanzar oportunamente consignas políticas justas para la acción de masas y de llevar hasta las masas las consignas- políticas justas, así como de los errores manifestados por la pasividad relativamente grande del Partido, es que el Partido Comunista se hallaba, y desgraciadamente se halla aun, presa del sectarismo y de las tradiciones anarquistas. El Partido Comunista manifiesta tendencias sectarias y métodos de acción anarquistas a cada paso, en todos los dominios de su actividad. Estas tendencias y métodos han entorpecido y entorpecen todavía el trabajo de masas del Partido Comunista, su contacto con las masas. Se constata, al mismo tiempo, en el seno del Partido, faltas oportunistas de derecha, así como un estado de espíritu que se manifiesta en los esfuerzos de adaptación a la legalidad burguesa republicana.

El Partido, en su totalidad, y su dirección en particular, no tenían, ni desgraciadamente, aun una línea política justa, pues habían apreciado de un modo inexacto la situación objetiva, el carácter y las particularidades de las contradicciones de clase, el carácter de la revolución en España. Las situaciones políticas concretas eran y son aun apreciadas de un modo inexacto.

La dirección del Partido Comunista de España no ha comprendido el gran alcance político de los vestigios económicos, políticos y sociales del feudalismo en España ni vio venir la revolución democrática que derivaba de ellos. No preparo al proletariado para esta revolución. El Partido no comprendió a su debido tiempo que, debiendo desempeñar y desempeñando la burguesía en la revolución burguesa democrática que maduraba y sigue madurando un papel contrarrevolucionario, el proletariado, por tal causa precisamente y en tanto que única clase revolucionaria hasta el fin y consecuente, puede y debe dirigir esta revolución, puede y debe darle una envergadura que, asegurando su victoria y no deteniéndose a la mitad del camino hará de ella un eslabón de transición que conduzca al triunfo de la revolución socialista, dado que, en el periodo imperialista, la revolución democrática, bajo la dirección del proletariado no está separada por una muralla de China de la revolución socialista.

Al subestimar este papel del proletariado, el Partido Comunista se encerró en sí mismo, se desligo de la clase obrera, ignoro a los campesinos, se aparto, de las grandes masas, no sintió sus pulsaciones vitales, subestimo sus aspiraciones, sus reivindicaciones y su voluntad de lucha. Y cuando los acontecimientos urgieron, cuando la Republica fue proclamada bajo el potente impulso de las masas, que habían salido a la calle, el Partido lanzo consignas erróneas e incomprensibles para las masas.

En las jornadas de mayo y durante todo el periodo de la campana electoral de junio, ningún viraje se efectuó en la actividad del Partido. Las consignas de creación de los Soviets de obreros, campesinos y soldados, de creación de Comités de fabrica, de desarme de la guardia civil y armamento del proletariado, de creación de un frente único revolucionario; las consignas de toma revolucionaria de la tierra de los grandes propietarios por los campesinos, de solución de la cuestión agraria por la ocupación de hecho de la tierra, fueron lanzadas, cuando lo fueron, de un modo harto general, en forma de propaganda, sin serias tentativas, allí donde la situación concreta estaba suficientemente madura, de abordar la realización práctica de tales consignas. Las ocasiones favorables para ello no han faltado. Por ejemplo, en Sevilla. El error concreto cometido en Sevilla puso de manifiesto la existencia de una concepción errónea sobre el papel de los Soviets. Los camaradas pensaron equivocadamente que los Soviets no son más que órganos del poder revolucionario después de la. conquista del poder. En realidad, los Soviets no son solo los órganos del poder revolucionaria Antes que esto, son órganos de la lucha por el poder, órganos de movilización y organización de las masas para la toma del poder por el proletariado y los campesinos, para la instauración de la dictadura democrática revolucionaria del proletariado y los campesinos. Los camaradas españoles no comprendieron tampoco, ni comprenden todavía suficientemente en la actualidad, el papel y la importancia de los Comités de fabrica. En este sentido, los ejemplos de Sevilla son también muy demostrativos. Los metalúrgicos de Sevilla que, mediante la lucha, arrancaron el reconocimiento de los Comités de fabrica por los patronos, no han sacado ningún provecho de esta victoria por ellos obtenida ni han creado toda una red de Comité de fabrica, y allí donde los Comités de fabrica fueron creados han permanecido inactivos. Nuestros camaradas no han sabido aprovechar, en el momento en que la exacerbación de la lucha de clases alcanzaba un . punto culminante, este instrumento de lucha de primer orden que son los Comités de fabrica.

El Partido ha manifestado asimismo, y desgraciadamente sigue manifestando, tendencias erróneas, sectarias, una cierta lentitud, pasividad en el trabajo en el campo, con respecto a los campesinos y a las acciones de los campesinos.

Las organizaciones católicas, los socialistas y los anarcosindicalistas obtienen la posibilidad por falta de un desenmascaramiento suficiente, de resistencia activa y de un trabajo enérgico de nuestra parte, de engañar a los campesinos, de paralizar su lucha, de frenar el desenvolvimiento y la concentración de sus fuerza^ revolucionarias.

El Partido Comunista ha manifestado, y sigue en cierta medida manifestando una actitud análoga de desdén, de pasividad sectaria con respecto a los movimientos de emancipación nacional de los catalanes, vascos y gallegos, y un olvido casi total de los marroquíes, cuando ese movimiento, a causa de la traición de los jefes y de su paso al campo del bloque de la burguesía y de los grandes terratenientes, se diferencia, y cuando los elementos obreros y campesinos se convierten en su seno en un factor de considerable importancia.’ De tal suerte que este movimiento constituye una fuerza que el Partido Comunista debe incorporar al frente general de la lucha por el triunfo de la revolución española.

En el dominio de la acción huelguista, el Partido Comunista ha manifestado igualmente un cierto número de debilidades. No ha criticado suficientemente ni puesto al desnudo la táctica nefasta de los anarquistas y anarcosindicalistas de la C- N. T., su resistencia a la lucha huelguística sus directivas prohibiendo a !os obreros declarar simultáneamente dos huelgas en la misma localidad, su teoría de la identidad de la huelga general y de la revolución proletaria, sus métodos de substitución de la lucha organizada de masas por acciones efectuadas por militantes aislados, por una élite, su teoría de la imposibilidad y de la inutilidad, en periodo de crisis económica, de la lucha huelguista por las reivindicaciones parciales, su despreocupación con respecto a los parados. Pero para hacer eso es necesario que el propio Partido Comunista se libere de sus errores anarcosindicalistas. No habiéndose liberado del espíritu sectario ni de las tradiciones de pequeños círculos, el Partido Comunista y sus directores no se han dado cuenta de la significación política de las huelgas que se han desarrollado. Por una parte, se vio que en el Partido se manifestaba un temor al movimiento huelguista, tendencias a frenar este movimiento, estado de espíritu y tendencias que se reflejaron tanto en el semanario de los Sindicatos rojos de Sevilla como en el órgano central del Partido (articulo publicado bajo el titulo “ Una mala táctica”). En realidad, el, peligro consiste, no en que los acontecimientos en general y el movimiento en particular se desarrollen muy rápidamente y adquieran una formidable envergadura huelguista; consiste en que el Partido se arrastraba a remolque de los acontecimientos y del movimiento huelguista. Por otra parte, el Partido no ha tenido una estrategia huelguista justa. No ha sabido formular de un modo justo las reivindicaciones inmediatas fundamentales, cuya defensa hubiera permitido al molimiento desarrollarse, concentrarse, transformarse en un movimiento nacional del proletariado con objetivos políticos determinados. La dirección del Partido no supo dar a tiempo y rápidamente instrucciones y directivas justas. Ni corrigió rápida y resueltamente los errores cometidos.

El Partido Comunista, y su dirección sobre todo, dieron pruebas de espíritu sectario y de una pasividad inadmisible en el dominio del trabajo sindical. En el periodo en que la Confederación Nacional del Trabajo no estaba aun reconstituida y en que los grupos anarcosindicalistas intentaban legalizar esta organización solicitando la autorización de Berenguer, aceptando por consiguiente las condiciones de Berenguer, fue justo organizar el Comité de Reconstrucción a fin de reconstituir por la base y con una plataforma revolucionaria justa, movilizando a las masas y los Sindicatos, la Confederación Nacional del Trabajo. Pero el Comité de Reconstrucción, .una vez creado, permaneció totalmente inactivo durante largos meses.

Mientras tanto, la C. N. T., en lo que se refiere a sus organizaciones esenciales fue reconstruida.

El Partido no supo efectuar a tiempo el viraje exigido por esta situación. El Partido no trabaja suficientemente en el robustecimiento y dilatación de su contacto con los obreros y Sindicatos afectos a la C, N. T . Y , sin embargo, es necesario que todo el mundo vea, entienda y saque de los hechos el convencimiento de que el Partido Comunista labora sin descanso y sistemáticamente por la unificación de las fuerzas sindicales y de toda la clase obrera en una organización sindical única, que luchara y luchara contra los que se esfuercen en provocar la escisión en la C. N. T. Persiguiendo tales objetivos, el Partido debe tanto más desenmascarar desde el punto de vista ideológico y político la dirección de los jefes de la C. N. T., que convierten a esta en el instrumento de tal o cual partido político burgués, de tal o cual camarilla, y luchan de hecho, tanto contra los fines últimos, generales de la lucha de la clase obrera, como contra sus reivindicaciones inmediatas.

Pero al desenmascarar a los jefes anarcosindicalistas que traicionan el movimiento obrero, que se han convertido en instrumentos y lacayos de la burguesía, es necesario laborar por la creación de un frente único con los obreros anarquistas y con aquellos jefes anarquistas que desean realmente luchar contra los capitalistas. y contra el régimen contrarrevolucionario burgués y agrario de los monárquicos, de los republicanos y de los socialistas.

En el momento en que los socialistas se manifiestan como el partido más activo de la contrarrevolución burguesa-agraria, en que, con discursos demagógicos, promesas y el terror’ del aparato del Estado, se esfuerzan en apoderarse del movimiento sindical obrero, en transformar los Sindicatos en organizaciones que persigan los fines de un Estado fascista, es menester que el Partido Comunista despliegue el máximo de actividad para desenmascarar a los socialistas a la base, quienes son los jefes de la U. G. T., y crear, en el seno de la U. G. T. oposición sindical revolucionaria de masas contra los jefes y por la realización de la unidad sindical sobre la base de la lucha de clases y de una plataforma de reivindicaciones inmediatas. Así, pues, la tarea concreta consiste en la lucha por la realización de la unidad sindical sobre la base de la plataforma de la lucha de clases, en la lucha contra las tentativas de provocar la escisión en la C. N. T., y, sobre todo, en el desencadenamiento de un movimiento de masas por la defensa de los Sindicatos contra los ataques de los contrarrevolucionarios Republicanos y fascistas; tendentes a aplastar los Sindicatos, a expoliar a los obreros de los derechos más elementales de organización sindical, del derecho de huelga, del derecho a manifestarse, etc.

El Partido Comunista español no ha sostenido. ni sostiene en una medida suficiente y con toda la energía necesaria la lucha contra el trotskismo contrarrevolucionario. Por sus calumnias sistemáticas contra la U. R. S. S. y la I. C., por sus concepciones liberales en los problemas de la revolución española, concepciones envueltas en frases “ de izquierda” , el trotskismo trata de sembrar una confusión ideológica en las filas de la clase obrera, de crear obstáculos a la formación y consolidación del frente único revolucionario del proletariado, desorganizar las filas del proletariado y del Partido Comunista.

El Partido Comunista español no ha seguido tampoco una línea justa con respecto al grupo de Maurin y su Bloque Obrero y Campesino. Reforzando la lucha encaminada a desenmascarar las concepciones pequeño burguesas que Maurin y la práctica de la colaboración de su grupo con la burguesía, no haciéndole ninguna concesión de principio, por mínima que sea, no ocultando las divergencias de ideas, el Partido Comunista debió y debe todavía en la actualidad ayudar a todos los miembros de esa organización que están animados de una sincera voluntad de adherirse a la bandera de la I. C., a ingresar en las filas del Partido Comunista.

Donde aparecen con mayor claridad los defectos y errores sectarios es en el dominio de la vida interna del Partido Comunista español. El Partido Comunista no es todavía una organización proletaria centralizada de masas que persigue una acción política, con. tareas y objetivos netamente concebidos, que reacciona rápidamente y de un modo justo, como vanguardia dirigente del proletariado ante los acontecimientos concretos del día. En muchos respectos, sigue siendo un conjunto de grupos propagandistas sectarios débilmente vinculados entre sí, una élite de comunistas sin amplio y fuerte enlace con las masas, las fabricas, las empresas, sin una concepción política, sin perspectivas claras, sin una voluntad única, porque no posee una dirección fuerte y activa, central y regional, que trabaje colectivamente y esté ligada con las organizaciones y las masas. Las organizaciones directoras del Partido no son lo suficientemente amplias desde el punto de vista numérico, ni lo suficientemente experimentadas desde el punto de vista ideológico y político; son pequeños grupos de amigos, grupos que han cristalizado y formado durante los años de existencia encerrada del Partido.

El Comité Central del Partido no ha funcionado durante más de año y medio, y el Partido estaba dirigido por un Comité Ejecutivo compuesto solo por algunos camaradas insuficientemente ligados a las organizaciones y a las masas. En tal situación, el trabajo de la dirección central de todo el Partido se ha limitado en la mayoría de los casos al envió de circulares, en las cuales, por lo demás, no se seguía siempre una línea justa ni los problemas eran suficientemente discutidos y estudiados , a misivas burocráticas sin campañas explicativas en la Prensa y en las diversas regiones, sin una ayuda efectiva a las organizaciones locales, sin verificación ni control de las instrucciones dadas. Así, los errores y defectos, incluso los que eran justamente señalados, no eran corregidos ni vencidos rápida y enérgicamente.

El sistema de dirección sin enlace suficiente con las masas del Partido, sin participación de estas masas en el trabajo activo del Partido, el sistema de dirección personal, ha sido .aplicado y sigue muy a menudo siendo aplicado también en las direcciones regionales del Partido, y en general en todos los escalones del aparato del Partido. Todavía no existen Comités del Partido que tengan una composición suficientemente amplia y designados, tanto como, lo permiten las condiciones generales, por toda la organización regional y agrupando' a los miembros del Partido más abnegados, más experimentados, más ligados a las masas obreras.

Como consecuencia de tal sistema, las organizaciones regionales del Partido no tienen una vida política intensa, no efectúan un trabajo de masas, no tienden a transformarse en organizaciones de masas; dan pruebas de pasividad con respecto a los acontecimientos del día, carecen de la iniciativa necesaria; se acostumbran a esperar las “ circulares del centro” .

Toda esta orientación, todo este sistema, todos estos defectos y errores, debidos al espíritu sectario, alcanzan proporciones inadmisibles en el dominio del trabajo de reclutamiento del Partido Comunista. Pueden citarse un gran número de casos en que, durante mucho tiempo, que de cientos de obreros revolucionarios probados, que se han manifestado como tales en la acción, solo 110 han sido admitidos en el Partido a fin de no rebajar el nivel cualitativo de la élite comunista.

En muchos casos se intenta justificar esta práctica por la necesidad de prevenirse contra la penetración en el Partido de elementos provocadores. Pero, de hecho, toda esta práctica, todos estos métodos nocivos, son la expresión de supervivencias anarquistas sectarias, de un espíritu revolucionario pequeño burgués, de la busca y creación de héroes; son un reflejo del caciquismo en las filas del Partido y del movimiento obrero. Sobre tal base, y sin extirpar resuelta y radicalmente tales concepciones, métodos y hábitos, es imposible edificar un partido bolchevique de masas.

El partido debe ir a las masas; sus organizaciones locales deben convertirse en organizadores de masas, en las cuales y para las cuales todos los miembros del Partido deben efectuar un trabajo intenso, participar en la discusión de los diversos problemas y en la determinación de las tareas, tomar una parte activa en su realización concreta.

Tales son, camaradas, las criticas, las observaciones esenciales— que distan mucho, por lo demás, de agotar todas las cuestiones y todos los aspectos de la actividad del Partido Comunista de España— que queríamos formular abiertamente ante vosotros-con ocasión del IV Congreso de vuestro Partido. Estos últimos años hemos tenido que luchar sistemática y tenazmente por el enderezamiento de la línea del :Partido, por la corrección de sus errores, por un viraje radical en la actividad política general y en el trabaje? interior del Partido Comunista de España. Desgraciadamente, el viraje esperado no aparece todavía, pues el Partido, considerado en su conjunto, no ha comprendido, por falta de un trabajo explicativo, en que debe consistir y como debe ser realizado el viraje en cuestión, porque algunos de los camaradas dirigentes resisten a ese viraje.

Esperamos que el IV Congreso del Partido Comunista Español planteara del modo mas serio la cuestión de este viraje y de su implicación practica. Si los trabajos del Congreso se orientan en este sentido y se inspiran en una voluntad concreta de acción, el IV Congreso del Partido Comunista de España desempeñara efectivamente un papel político de primera importancia y será un acontecimiento que marcara una nueva etapa en la historia del Partido Comunista español y en la historia del desarrollo de la revolución en España.

Tenemos el convencimiento de que los miembros del Partido Comunista español demostraran que no son solo militantes revolucionarios audaces, sino también que son capaces, convirtiendo al Partido Comunista de España en un verdadero y fuerte partido bolchevique capaz de, de conducir al proletariado de un modo efectivo hasta el triunfo final.

EL BUREAU DE LA I .C .

para los países de la Europa occidental.

Manuilski