Euskal Herrria está en una nueva fase política. Una nueva fase que al haber sido activada de manera unilateral no cambia el tiempo político por sí misma. Los ejes de este tiempo en relacion al conflicto siguen invariables: Euskal Herria sometida nacional y socialmente por los estados español y francés, con el capitalismo y la represión como ejes vertebradores de la imposición.
Entiendo que tiene su importancia esa diferenciación entre tiempo y fase ya que la creencia en un tiempo político nuevo en vez de una fase puede llevar a la asunción inconsciente y progresiva de que la opresión nacional y social estén variando por muy absurdo que pueda parecer ahora plantearlo.
En cualquier caso, esta nueva fase se caracteriza por el cese de la resistencia armada vasca que ha traído una serie de consecuencias. Estas consecuencias unidas al desarrollo del devenir político y la propia iniciativa o la falta de ella de la izquierda abertzale ha generado una serie de puntos de fricción o de contradicción que están irresueltos. Hacia donde se decanten hará que el futuro se dibuje de una manera u otra especialmente para el MLNV y sus objetivos de liberación nacional y social. Estos son algunos de ellos:
Confrontación VS distensión
Enfrentarse al enemigo u obviarle. Las dos cosas no se pueden hacer a la vez. Existe una tendencia de apartar la mirada y dirigir todas las iniciativas hacia la sociedad vasca impidiendo por tanto desplegar la confrontación. El desarrollo del cambio estratégico de la izquierda abertzale está probablemente variando el eje histórico de lo que hasta hace nada era entendido como la filosofía base de como se producen los cambios: Mediante la lucha constante entre clases sociales y contra los estados en un doble carril junto a la construcción nacional y social. “El cambiarse así mismo para cambiar el mundo”, los acuerdos, la normalización, la negociación, la acumulación de fuerzas electoral, “la comunidad internacional” o la reconciliación han pasado a ser el supuesto motor de cambio y no los resultados de la lucha que genera los cambios con el peligro de hacer desaparecer paulatinamente el pulso contra el enemigo.
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Internacionalismo VS comunidad internacional
La mayoría de personalidades y sectores que han sido y están siendo prominentes y mediáticos en labor de mediación y del ”proceso de paz” no están dispuestos a dar un paso adelante. Su objetivo prioritario ha sido sacar a Euskadi Ta Askatasuna de la ecuación del conflicto, entendiendo a Euskadi Ta Askatasuna como un peligro evidente hacia el ordenamiento y estabilidad capitalista europea (y española/francesa). No se debería dejar desprotegida a la clase trabajadora vasca de armas ideológicas que le ayuden a comprender los intereses de la burguesía local y del imperialismo internacional. No existe el cuento de hadas de una comunidad internacional oficial y de sus élites políticas y económicas que vayan a situar el conflicto político en vias resolutorias. Esto genera una dependencia hacia elementos contra-insurgentes pragmáticos y estamentos capitalistas como la UE en vez de colocarnos en un internacionalismo en clave ofensiva donde poder influir a esos y otros elementos pero desde la independencia de clase y postura revolucionaria.
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Instituciones VS lucha popular
Las democracias burguesas de no ser encaradas con cierta actitud y estrategia son máquinas integradoras para las clases populares al igual que ocurre con los partidos políticos tradicionales. Máquinas integradoras en el sistema lo cual evita que pueda ser transformado radicalmente o cambiado. El frente institucional no puede por sí solo enfrentarse al reto de la ruptura democrática y por tanto una apuesta colectiva de confrontación y superación del marco político con todas las piezas bien engrasadas es lo que podrá ser la garantía de éxito, superando temores, posibilismos mal calculados o simplemente irresponsabilidad y destensionamiento político e ideológico ni querido ni deseado por el pueblo abertzale de izquierda. Para ello la lucha popular debe colocarse en vanguardia y eso supone que el hilo conductor de todo eje de acción pase por los intereses populares (también desde las instituciones) y no exclusivamente por los electorales.
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Pax romana VS paz
El nacionalismo español sigue sin reconocer a todas las víctimas que ha causado, solo reconoce a las suyas. Pero no solo eso. El nacionalismo español y los colaboracionistas mantienen todos los mecanismos para generar nuevas víctimas y lo más importante: un sistema opresivo. Cuando en definitiva se de solución a la violencia original, que no es otra más que la opresión nacional y social de Euskal Herria entraremos en parámetros de paz. Casi todo lo demás, y remarco el casi, será una pantomina insertada en estrategias políticas que puede tener ciertas consecuencias, pero no cambiará una coma del análisis por la sencilla razón de que el que ha generado el conflicto, el que ostenta privilegios nunca los ha cedido. Jamás. Ni aquí ni en ninguna otra parte del mundo. Los acuerdos de llegar, los consensos de darse, las negociaciones de producirse, son reflejo directo de la balanza de poder entre el opresor y oprimido. De esa lucha entre contrarios irreconciliables. Si alguien cree que se avanza hacia la resolución del conflicto mediante la reconciliación sin justicia está en su derecho pero también otros tendremos el derecho de decir que una aspirina no cura la fiebre y no ayuda a entender que es lo que la produce para poder atajarla.
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+ La pax romana
Hegemonía VS “convencimiento”
La lucha ideológica no tiene sentido sin un despliegue de lucha en todos los niveles no siendo exógena y estando bien imbricada en ellos. De lo contrario, el proyecto político está destinado a convertirse en un producto que navegará en las aguas de la superficialidad y lo artificioso del sistema capitalista para acabar hundido en él, haciendo papel mojado toda lucha ideológica verdadera. Conseguir la hegemonía en Euskal Herria supone optimizar todos los frentes en el camino hacia el estado socialista, ganando adhesión, cambiando la cultura, moral y relaciones de poder. La justificación y aceptación de las reglas de juego impuestas por el sistema y la dinámica de pactos con el capital no tienen cabida. Las dinámicas socialdemócratas que derivan en la obsesión por el electoralismo, el parlamentarismo como vía casi exclusiva y el reformismo chocan con un concepto liberador basado en la hegemonía nacional de clase. El protagonismo fundamental corresponde a la clase trabajadora que debe asumir la conciencia revolucionaria, aunque no desplazando a otros grupos de la población aliados potenciales. Detectar los núcleos principales en Euskal Herria donde se da forma a la alternativa frente a la legitimidad del sistema e impulsarlos es la manera de crear hegemonía frente al “convencimiento” que bascula en torno a intereses de clase ajenos, electoralistas o pro-sistema.
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